Alejandro Vernal

Pelota Sagrada

Alejandro Vernal

Lionel Messi y la hormona que lo hizo gigante, por Alejandro Vernal

Lionel Messi medía 127 centímetros a los 9 años y solo tenía una meta: ser un gran futbolista, y más alto que Diego Armando Maradona.

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Los grandes genios de muchas de las actividades que ha practicado el ser humano a lo largo de la historia, nacieron con un don y un problema. Estuvieron dotados con la capacidad innata que los hizo trascender en el tiempo, y luchando paralelamente contra una adversidad que también les enseño a no rendirse jamás: nada es fácil en esta vida, ni con el mayor talento del mundo. Músicos, científicos, deportistas, polímatas y muchas de las mentes más admiradas de todos los tiempos, tuvieron afecciones físicas que sin embargo, potenciaron su rendimiento al máximo.

Albert Einstein, físico alemán que reformuló la teoría general de la relatividad general, vivió su niñez con problemas de aprendizaje. Wolfgang Amadeus Mozart, notable compositor y pianista austriaco, padeció del síndrome de Tourette, una afectación nerviosa caracterizada por incoordinación motriz acompañada de ecolalia y coprolalia, (murió a los 35 años). Stephen William Hawking, físico teórico, astrofísico y cosmólogo, lucha contra la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad incurable del sistema nervioso. Ludwig van Beethoven, músico alemán, quien sufrió de sordera. Y por último, Leonardo da Vinci, genio que abarcó distintos conocimientos sobre diversos campos de la ciencia y las artes, tenía dislexia. Todos ellos, geniales, compitieron contra sí mismos.

Lionel Messi tenía problemas con la hormona del crecimiento, pero no le impidió convertirse en uno de los mejores del mundo.

Lionel Messi tiene cuatro Balones de Oro.

Argentina Rosario, 1996. Lionel Messi se encontraba en el consultorio del doctor Diego Schwarztein, asesor del cuerpo médico de Newell’s Old Boys. Antes de la consulta, el endocrinólogo ya conocía algunos detalles de la visita del pequeño paciente: con solo 9 años, el futuro 10 de la selección argentina medía 127 centímetros. En paralelo, sus mismos compañeros de equipo crecían, y Lionel no. El diagnóstico: se le realizó un estudio confirmando, que sufría un déficit de hormonas del crecimiento ¿El tratamiento? Relativamente alto para una familia de clase media como la Messi-Cuccittini. El pequeño debía recibir una inyección diaria durante tres años de hormona de crecimiento, con un valor de 1300 dólares mensuales, para inyectárselo en el brazo o en la pierna. Al inicio, este se lo pagaba una obra social, pero con los problemas sociales y políticos que azotaron Argentina en la década del 90, la familia Messi-Cuccittini comenzó a escribir una historia de una tremenda unión del colectivo, al mejor estilo del Barcelona de Pep Guardiola, con mucho sacrificio y pasión, en búsqueda del objetivo en común.

En “*Messi*, la película”, el documental sobre su vida, conmueve ver al pequeño, inyectarse él mismo su dosis diaria para poder crecer. Su madre, Celia María Cuccittini, ingresaba al dormitorio de su retoño, y lo encontraba meditabundo, seguro de que esa medicina, lo llevaría al máximo nivel en el fútbol. En su cabeza, solo importaba ser futbolista, para así pagar todo el sacrificio de sus padres. No le importaba crecer por una cuestión narcisista, solo quería jugar a la pelota como un profesional. “Leo asumió el tratamiento y el diagnóstico con total tranquilidad. Nunca le vi asustado ni preocupado”, recordó Schwarztein a El Confidencial. Y aunque Lionel es el principal protagonista de la historia, la familia también sufrió más de la cuenta.

Lionel Messi se inició en el Barcelona.

Lionel Messi recibió el apoyo del Barcelona para superar sus problemas de crecimiento.

Cuando Argentina atravesó las crisis políticas económicas neoliberales, Jorge Horacio Messi, su padre, tuvo muchos problemas para costear un tratamiento que tenía la duración de tres años. A falta de seis meses para culminarlo, aún faltaba resolver un 30% del procedimiento médico. Un problema más, sumado a la negativa de Newell’s para seguir costeando la hormona, trajo al mundo Messi, una de las peores decisiones en la historia de River Plate como institución. Jorge Horacio se llevó a Leo a Buenos Aires, lo probó en el ‘Millonario’ y el club lo aceptó, pero paradójicamente, no quiso invertir en el tratamiento: ¡no apostaron que sería un crack! Pero como en el fútbol, siempre hay un espacio y un momento para definir un partido.

“No es que le hubiera pasado algo en su salud porque abandonar el tratamiento a mitad de término no dejaba secuelas, pero hubiera sido mucho más bajo que lo que terminó siendo”. Sin duda, el doctor sabía que el tratamiento debía culminarse, y ahí, apareció el Barcelona. Sin saberlo, el club catalán estaba invirtiendo en el mejor jugador de su historia, en el mito hecho jugador. La decisión, aunque complicada, debía asumirse como tal: decisiva. Y así lo hizo Lionel, “quiero ser el mejor”, le dijo a su padre. “Vamos a Barcelona papá”, sin dudarlo. Así el pequeño, que ya había crecido algunos centímetros más, debía dejar atrás su natal Rosario, a sus amigos de joda, al amor que empezó a sentir por Antonella Rocuzzo, prima de su compañero de equipo Lucas Scaglia, y lo más difícil de todo: separarse de su madre y sus tres hermanos.

Ya con 13 años, Lionel llegó a Barcelona, y aunque el primer año fue complicado porque el club aún dudaba de que llegara a triunfar, y además estuvo casi un año sin poder competir oficialmente, finalmente, culminó el 30% de la compensación de la hormona. Lionel no sería un gigante, pero su físico quedaría apto para competir al máximo nivel. Y este punto aquí es clave, si Leo no seguía ese costoso, doloroso y sacrificado tratamiento, no hubiera desarrollado las hormonas necesarias para continuar con su crecimiento natural.

Lo demás es ya es una historia escrita: desde su debut oficial, ese 16 de octubre del 2004, ganó cuatro Balones de Oro, un Mundial juvenil, cuatro Champions League, 7 ligas de España, dos Mundiales de Clubes y una infinidad de trofeos individuales. Lionel escribió su propio pentagrama, a partir de la mejor sinfonía que trazaron sus piernas. Y sin duda, todo nació en ese deseo de ser el mejor, en esa búsqueda ambiciosa de estar a la altura, con el tremendo reto que se plantó al iniciar el tratamiento, que cumpliría varios años después: “quería ser más alto que Diego Maradona. No sé si vas a ser mejor que él, pero sí más alto”, le dijo el endocrinólogo Schwarztein. En la actualidad, Messi mide 1,69 centímetros, dos más que Diego Armando. Tarea cumplida.

Por Alejandro Vernal P.
avernal@depor.pe
En Twitter: @AlejandroVerPa

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